
Por Isabel Maestre, directora de la Agencia Estatal de Seguridad Aérea (AESA)
El 31 de diciembre comenzó aplicarse la nueva normativa Europea de Drones, un paso más hacia la consolidación de este sector, ya que supone homogenizar la norma en toda Europa y todos los beneficios que eso conlleva, un mercado común muy esperado que nos va a permitir competir en igualdad de condiciones a todos, pero en el que los operadores españoles entran con cierta ventaja por los seis años de normativa que hemos tenido en nuestro país, de los primeros de Europa en tenerla, y de cuya experiencia ha bebido la nueva norma europea.
La principal novedad que introduce la norma es un nuevo enfoque proporcional, centrado en la operación y basado en el riesgo de la misma y en el desempeño o rendimiento de la aeronave no tripulada, y desaparece el enfoque del uso del dron, de forma profesional o recreativa, como venía siendo hasta ahora. De esta forma, los requisitos técnicos, operacionales y de competencia de los operadores de drones/UAS y los pilotos a distancia serán más exigentes a medida que se incrementa el riesgo de la operación.
Otra de las novedades es que, como norma general, las personas que vayan a utilizar un dron, independientemente de su uso, salvo algunas excepciones como la de los drones de menos de 250g sin cámara, deberán registrarse en AESA para obtener su número de registro único, el cual deberán plasmar en el dron y asegurarse de que está cargado en el sistema de identificación a distancia que deberá equipar la aeronave, si su clase de dron así lo exige.
Este enfoque proporcional al riesgo de la operación también se aplica a la formación de los pilotos, que para las operaciones de menor riesgo en la categoría «abierta» tendrán que superar un curso de formación y un examen de conocimientos teóricos online en AESA, mientras que, para operaciones de mayor riesgo, tales como aquellas al amparo de un escenario estándar en la categoría «específica», el piloto deberá realizar un examen de conocimientos teóricos adicional y completar satisfactoriamente un curso de formación y una evaluación de aptitudes prácticas. En definitiva, cuanto mayor es el riesgo de la operación prevista, mayores y más exigentes son los requisitos de competencia de los pilotos a distancia.
El objetivo es reducir las trabas, incluidas las administrativas, al desarrollo del sector, sobre todo en aquellas operaciones de drones/UAS de un mayor valor añadido para la sociedad sin descuidar en ningún momento la seguridad de las misma o elementos tan relevantes como la aceptación pública o la privacidad y seguridad de las personas.
Hasta ahora, el sector ha ido creciendo y aprendiendo gradualmente, pero será a partir de 2021 cuando veremos verdaderamente un sector con una actividad diaria, real y práctica, ya que los drones pueden ser una herramienta muy útil, no solo al servicio de la sociedad, sino como vector de impulso para el sector aéreo en los próximos años, pero, en cualquier caso, será la propia sociedad quien demande en qué ámbitos pueden ser útiles para ella los sistemas aéreos no tripulados, y es por ello, que tenemos el compromiso de buscar soluciones eficientes que estén acordes, no solo con las oportunidades que se nos plantean, sino disponibles para hacer frente a las amenazas emergentes.